Terminó el mes de enero, el primero de 2012, y lo que nos deja en materia de turismo barato es la quiebra de una de las aerolíneas españolas más populares: Spanair. La empresa, con problemas desde hace años, iba aguantando con fondos públicos de la Generalitat de Cataluña y el Ajuntament de Barcelona (accionistas de la misma). Finalmente el pasado fin de semana y de manera totalmente brusca e inesperada suspendió sus vuelos sin previo aviso.
Así, su fín significa la pérdida del empleo de 4 mil trabajadores (más los puestos indirectos) y problemas para unos 23 mil pasajeros. Pero más allá de estos inconvenientes en el terreno de los vuelos de bajo coste las otras empresas aéreas parecen estar más que dispuestas a ocupar el terreno cedido. Se sabe que Air Nostrum se ocupará de la ruta entre Madrid y Menorca, por ejemplo, para que siga habiendo servicio; que Vueling hará lo mismo con otras 5 rutas que antes eran de Spanair y que Ryanair ofrece tarifas especiales a los pasajeros que por la quiebra se han quedado con pasaje pero sin viaje.
En este mundo con crisis financiera galopante, ¿será que el turismo low cost peligra?
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