A primera vista los hoteles All Inclusive parecen fuera del alcance pero si analizamos su pormenores descubrimos que pueden resultar una oferta conveniente.

Las vacaciones todo incluido permiten organizar un viaje con mayor realismo en términos económicos pues una vez pagada la tarifa podremos disfrutar de un viaje sin gastos adicionales. El All Inclusive incluye el alojamiento, las comidas y el entretenimiento por lo que sólo hay que pensar en algo de dinero extra en el caso de querer realizar algunas compras o bien si se trata de una excursión por fuera del paquete.

La otra cara de estas vacaciones son las limitaciones a la hora del disfrute. Debemos tener en cuenta que el All Inclusive no es para todos pues la espontaneidad queda por fuera de estas vacaciones. El servicio está todo organizado y planeado, por lo general las ofertas de entretenimiento se realizan dentro del complejo y lo mismo sucede con el régimen de comidas.

En el All inclusive es imposible perderse en una ciudad, caminar durante horas para encontrar ese pequeño restaurante con comida local. O bien añadir un par de excursiones porque esa que hemos realizado nos gustó mucho.

Lo bueno es que debido a la estricta organización es posible calcular el presupuesto sin sufrir tentaciones o excesos, algo que en tiempos de recesión se transforma en razón de peso para elegir estas vacaciones.