Hace algunos años, y como contrapartida a la exigente vida de estos tiempos, nació la cultura slow, una tendencia que exploraba en la importancia del tiempo para así ganar en armonía.

La vida slow fue ganando terreno y cada vez más personas la adoptaron. Y así fue como surgieron los viajes slow. ¿De qué hablamos? De una forma nueva de viajar que hace a un lado los cronogramas y las citas para aprovechar las virtudes de cada lugar.

Los viajes slow invitan a conocer un destino de forma diferente, explorándolo a fondo y aprovechando todas sus ventajas. Lejos de aquéllos circuitos que nos llevan a conocer 10 ciudades en 7 días, en este caso hablamos de una propuesta alternativa que ahonda en la armonía y el bienestar.

Además de conocer las características del lugar, estos viajes buscan una mayor interacción con los habitantes y una nueva óptica pues, lejos de recorrer los puntos de interés más conocidos, plantean un itinerario alternativo que tiene como motor la tranquilidad.

Para conocer más sobre estos viajes, puedes visitar la página de Slow Travel, una organización que ofrece todo tipo de información sobre estas travesías, incluyendo alojamientos que ofrecen estadías no menores a una semana y lugares en donde se puede comer rico y barato.