En un país tan sorprendente como ordenado, con bellezas arquitectónicas y naturales y, aprovechando la estrechez de su territorio, podría sugerirles a los viajantes de un vuelo Madrid-Santiago, visitar los balnearios de la V Región y la visita infaltable a Valparaíso, declarada recientemente Patrimonio de la Humanidad.

Casa de Pablo Neruda

Los módicos precios para este viaje a Chile están muy interesantes, desde 1.085 € para poder disfrutar de un vuelo Madrid – Santiago con alojamiento en hotel, son una invitación muy tentadora cuando se sabe de las bellezas del destino. Desde 3 hasta 20 noches en hotel céntrico de Santiago, son un período sensible a ser programado para vivir en grande las bellezas cercanas a la capital, en los balnearios costeros durante los meses de Octubre, Noviembre y Diciembre.

A poco tiempo de haber celebrado sus fiestas patrias, Chile aun sigue engalanado de banderas y la calidez del cambio de estación empieza a notarse en los balnearios deliciosos de Canelo, Algarrobo y la maravillosa Viña del Mar.

Muy recomendable es recordarle a los paseantes que no es imperativo quedarse a respirar el smog de la capital, que basta desplazarse poco más de una hora para ganar la costa y allí dejar pleno el espíritu de musas y vigoroso el cuerpo de naturaleza.

La experiencia aconseja, a todo corazón sensible, pasar por Isla Negra, un balneario que hoy es promocionado por la Fundación Neruda, y sentir la impresión del Pacífico en el cristalino del ojo tal como la sintió el célebre autor de “20 poemas de amor y una canción desespera”. Pasar así sobre sus pasos vacilantes y pasionales.

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Pablo Neruda, Neftalí Reyes, gran poeta y político…su vocación lírica y marítima, su amor a la vida y su abandonada tumba, en la que descansas los huesos de su amada Matilde, testimonian esa mezcla de mar y verso que hacen de Chile y de Neruda una misma cosa.

Luego, el recorrido sigue su nostalgia hasta el mágico e improvisado encanto porteño. Valparaíso es hoy la “Novia del Pacífico”, ya no en un coqueteo comercial o naviero, como lo fue antes del Canal de Panamá, sino con la madurez cultural de pertenecer, con sus cerros en colores pasteles, su plan colonial y europeizado por la afluencia naval de otros tiempos, al imaginario de todo buen soñador del presente y del futuro.