Viajar a Menorca siempre es gratificante. Aunque hayas ido en más de una ocasión siempre volverás con un dulce sabor de boca.
Pasea por las calles de Ciudadella, recorriendo su entrañable casco histórico plagado de bellos rincones. Entre ellos destaca el Pla de Sant Joan, donde cada año se celebra la Cavalcada en la Fiesta de San Juan (24 de Junio). Al fondo la muralla aleñada al puerto o si prefieres subir hasta la cercana catedral, construida sobre una antigua mezquita, para un poco más adelante alcanzar la Calle de Ses Voltes, con sus marineros arcos blancos. Puedes seguir caminando rodeado de antiguos palacetes y desembocar a una bella plaza coronada por un molino, que hace las veces de sala de exposiciones.
Las posibilidades continúan: llegar hasta el mercado, bajar al puerto, pasear por el paseo marítimo gozando de esa entrada natural del mar que es el puerto de Ciudadella, hasta llegar a la torre de defensa…
Sin duda Ciudadella es la población más bella de la isla, pero no hay que desmerecer al resto. Maó, la capital administrativa de Menorca, da la bienvenida al viajero que llega en barco con sus espléndidas escaleras que desembocan junto al mercado. Deambular por Maó es descubrir singulares rincones, descubriendo plazas, callejones y bellos edificios históricos.
La tranquilidad reina en sus dos grandes núcleos urbanos y, como no, en sus pueblos. Alaior, Ferreries, Es Mercadal, Es Grau, Es Castell o cualquier otro punto es un referente de serenidad y amabilidad de sus gentes.
Sin duda el mayor reclamo turístico son sus playas de aguas cristalinas. En la parte Sur de la isla encontrarás playas de arena blanca y azules aguas. Si te gustan las largas playas no debes perderte el Arenal de Sont Bou y de Son Saura. Entre las playas más conocidas encontrarás Cala Macarella, cala Turqueta y cala Mitjana, que cuentan con acceso en coche, pero restringido en algunas de ellas. Pero no te preocupes, la isla cuenta con cientos de espléndidas calas, menos conocidas pero no por eso menos bellas. Por eso es recomendable que dejes el coche cerca, cojas agua y andes un ratito ya que muy cerca puedes encontrar una cala mucho más tránquila como el caso de Trebalúger o Macarelleta.
La cara Norte de la isla, mucho más enfrentada al viento de tramuntana, presente un espectacular paisaje de acantilados, rematados por insólitas playas de arena rojiza, como cala Pilar, Sanitja, cala Pregonda o cala Rotja.
También en el norte se sitúan El Faro de Cavalleria y el Faro de Cap Favaritx, que merecen una visita obligada,recomendable a la puesta de sol. No dejes de visitar L’Albufera des Grau, reserva natural.
Sin embargo si a tí lo que te gustan son los viajes culturales, no te preocupes, Menorca tiene un rico patrimonio histórico. Puedes visitar sus poblados talayóticos (cultura de la Edad del Bronce, propia de Baleares)como Trepucó, Talatí de Dalt, Torre LLafuda, sus necrópolis excavadas en la roca como el caso de cala Morell o la más famosa Cales Coves (en está última casi todas se encuentran cerradas)y por supuesto el resto arqueólogico más emblemático: la Naveta des Tudons. Pero también puedes descubrir vestigios medievales como la basilica PaleoCristiana o conocer más sobre la colonización inglesa en Fort Malborough.

Hay tantas cosas por decir de Menorca que no acabaría nunca. Lo mejor que puedes hacer es ir y comprobarlo por ti mismo, eso sí manteniendo el mayor respeto hacía esta isla para que podamos seguir disfrutándola sin que la destrocen como ha ocurrido en tantos otros sitios.