Una de las primeras cosas que hago cuando entro a mi habitación de hotel es inspeccionar el baño. Sí, inspeccionar es la palabra pues no me gustan los baños sucios. Reviso la bañera, el inodoro, los rincones y las toallas. A las toallas les dedicó un par de minutos pues he tenido malas experiencias: pelos, manchas, olores. Y es que aunque las toallas deben cambiarse entre huéspedes… ¡no todos los hoteles cumplen con esta máxima!

Quién decide si las toallas se cambian o no es la mucama o la jefa de mucamas, dado el caso. En general los hoteles invitan a sus huéspedes a ayudar a cuidar el medio ambiente y por eso utilizamos la misma toalla varias veces. Cuando ya está para cambiar la dejamos en el piso, señal inequívoca de que no la queremos más. Pero… ¿qué pasa cuando estrenamos habitación y nos damos cuenta que la toalla no está limpia? Puede suceder así que te recomiendo que las revises. Que estén dentro de una bolsa plástica o dobladas con encanto sobre la cama no es seguridad de nada.

Si la mucama ha considerado que la toalla no está sucia será la misma del huésped anterior. No es una obligación cambiarlas aunque no encontrarás hotel que te lo diga cara a cara. Por eso, mi consejo es que antes de usar cualquier toalla la revises muy bien. Y si consideras que no está limpia del todo entonces protesta e insiste para que te la cambien. Y un consejo más: viaja siempre con tu propia toalla, por las dudas. Y procura que sea pequeña y de secado rápido. Te evitarás muchos dolores de cabeza.