El turismo lento es muy de estos tiempos, en que las personas buscan un estilo de vida más tranquilo a contramano de la vorágine de la sociedad en la que vivimos. Y así es como nace el concepto “Slow”, que propone vivir a un ritmo más lento aprovechando las ventajas de las nuevas tecnologías.
Los inicios de este movimiento se remontan a la época en la que algunas personas se manifestaron contra las cadenas de comida rápida o fast food. Así nació la idea de “Slow food” y de ahí al movimiento slow hubo solo un paso.
Lo curioso es que dentro de esta forma de vida se incluyen los viajes, travesías que buscan la tranquilidad y el contacto con la naturaleza. Cada vez más viajeros se suman a la tendencia y en lugar de elegir los destinos más populares se inclinan por aquéllos desolados, pueblos pequeños, montañas, lagos o acantilados.
Incluso hay guías de turismo slow, como las guías de viaje Bradt. En ella se incluyen algunos destinos para el viajero apaciguado, como ciertas zonas rurales del Reino Unido.
¿Qué se necesita para ser un viajero slow? Bien, comencemos con algunas consignas:
– No organizar las vacaciones al detalle sino dejarse llevar por lo que se encuentra al llegar.
– No elegir siempre el transporte más rápido sino el más atractivo a la hora de conocer una zona.
– Conocer el destino repitiendo las costumbres y formas de vida locales.
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